Momento cero: Estoy embarazada. Voy a clase de pintura, siempre tuve curiosidad por el óleo. Me dan un muestrario para elegir una lámina. Es fácil decidirse: hay un pajarito antropomorfo sentado en una estantería, con libros por todas partes. Mi primer cuadro, claro está, tiene que ser para mi hijo. Estará a la cabecera de su cama: un Pequeño Cuervo rodeado de libros. Momento uno: Estoy de compras, con mi bebé. Va en su sillita, aún ni camina. Lleva una barra de seguridad, donde mucha gente suele colgar peluches. Él tiene un libro, de los típicos para baño: páginas de plástico impermeable con espuma dentro, pocas páginas, muchos dibujos... Un libro de bebé que le habían regalado sus abuelos por la Semana Negra. Tiene una argolla en la esquina, por eso va colgado en la barra. Estamos esperando, papá va a hacer un recado. Como siempre le digo que le espero en la librería. Me paro a mirar las novedades. Hojeo una. Jamás recordaré qué libro era, pero tampoco p...
Mi síndrome de los cuarenta... resulta que era un blog